Investigaciones
afirman que el cerebro evoluciona de manera sorprendente en los primeros años
de vida y es el momento en el que hace más eficaz el aprendizaje, esto porque
el cerebro tiene mayor plasticidad, es decir que se establecen conexiones entre
neuronas con mayor facilidad y eficacia, esto proceso se presenta
aproximadamente hasta los seis años de edad, a partir de entonces, algunos
circuitos neuronales se atrofian y otros se regeneran, por ello el objetivo de
la estimulación temprana es conseguir el mayor número de conexiones neuronales
haciendo que éstos circuitos se regenere y sigan funcionando.
Para
desarrollar la inteligencia, el cerebro necesita de información. Los bebés
reciben información de diversos estímulos a través de los sentidos, lo hacen
día y noche; si estos estímulos son escasos o de pobre calidad, el cerebro
tardará en desarrollar sus capacidades o lo hará de manera inadecuada, por el
contrario al recibir una estimulación oportuna el infante podrá adquirir
niveles cerebrales superiores y lograr un óptimo desarrollo intelectual. Así
por ejemplo, al escuchar la voz de su madre, percibir el olor del biberón o
recibir una caricia: se produce una catarata eléctrica que recorre su cerebro,
para despertar conexiones neuronales aún dormidas.

